Para herir a su amante la mujer no encuentra mejor arma que traicionarlo con otro. El hombre no necesita traicionar a la mujer para herirla, le basta con ser hombre, esa es su agresión: ella lo siente como una fuerza contraria, siente que la rebasa sin esfuerzo. El mundo es masculino y ella es una intrusa, un rasgo más de ese mundo.
Para ser deseada por un hombre a ella le basta con ser la mujer que éste desea. De nada le sirve ir a la Luna o conquistar Roma si no tiene el trasero que ese hombre sueña. Es inútil que cruce nadando el océano si ese hombre piensa que sus tetas y culo son un desastre.
Las hazañas de un hombre pueden ganar el amor de una mujer aunque éste sea un guiñapo. También puedes seducirla haciéndola sentir alguien. Ella necesita ser aceptada, entrar al mundo y si encima eres capaz de fijarle el esqueleto, andará detrás tuyo como un perrito faldero.